(Por Eduardo Madroñal Pedraza) “No soy de un pueblo de bueyes. (…) Nunca medraron los bueyes en los páramos de España”. (Vientos del pueblo me llevan, Miguel Hernández)
No somos un pueblo pasivo, ni sumiso, ni rendido. Eso es mentira. Somos una mar de luchas y movimientos populares. Eso es verdad. Porque hay un abismo creciente en la distribución de la riqueza. Y tal abismo genera luchas y resistencia en todos los rincones de España. Por eso hay un movimiento general de lucha popular contra la desigualdad social.
Hay un abismo creciente en la distribución de la riqueza
Hay una lluvia de millones para unos pocos, para los grandes bancos, para los oligopolios monopolistas y para el capital extranjero, principalmente estadounidense, que así acumulan récords históricos de beneficios. Los seis grandes bancos que cotizan en el Ibex-35 ya habían ganado 23.656 millones de euros en septiembre de 2024 -un 20% más que en 2023- mientras el Ibex-35 en su conjunto ha anunciado que sus beneficios en 2024 llegarán a sumar 65.000 millones de euros de ganancias.
Pero esa no es la realidad que vivimos la inmensa mayoría, sino que vivimos el empobrecimiento y las dificultades económicas. No es casualidad que entre los problemas que más preocupan a los españoles, según el CIS, estén la crisis económica, la vivienda, el paro, la sanidad y las desigualdades sociales.
Hay mucha gente que bordea la pobreza. Según Eurostat, el 26,5% de los españoles -12,7 millones de personas- están en riesgo de pobreza o exclusión social porque sus ingresos son muy bajos o porque sufren carencias materiales fundamentales, y un 20% son trabajadores pobres, es decir, 2 millones y medio con sueldos muy bajos.
Y después está el conjunto más numeroso -el de quienes no caemos en la pobreza extrema- que sufrimos un empobrecimiento cada vez mayor, es decir, sufrimos recortes en nuestras condiciones de vida. Somos el 48,5% de los españoles con dificultades para llegar a fin de mes. Y somos también el 59% que, según el INE, hemos perdido poder adquisitivo. Somos familias y trabajadores jóvenes que hemos visto como la factura de la hipoteca se duplicaba y los alquileres se disparaban. Somos muchas pymes y autónomos que ahora pagamos el triple de intereses.
Un abismo que genera resistencia por toda España
Nosotros -ese 80 por ciento que suma pobreza y exclusión social, y recortes del poder adquisitivo- somos el viento popular indignado que fluye en forma de luchas y movilizaciones contra la desigualdad. Y ahí están los hechos para demostrarlo.
Los datos aún incompletos de 2024 del ministerio de Trabajo ponen de manifiesto una intensa conflictividad laboral encabezada por la clase obrera. En los 6 primeros meses del año hubo 553 huelgas, dos por día, desde la automoción hasta la hostelería. En 2023 fueron 777 huelgas -casi 100 más que las 679 de 2022- con cerca de un millón de trabajadores implicados. Ese año 2023 se celebraron 34.000 manifestaciones.
En 2024, han destacado las tractoradas y manifestaciones en el ámbito rural de los pequeños y medianos agricultores por la escalada de los costes de producción, combustibles, fertilizantes y otros insumos esenciales para la agricultura, así como la huelga de los transportistas.
Y 800.000 personas han recorrido las calles de ciudades de toda España en multitudinarias manifestaciones por la vivienda. La marea blanca no ha parado de manifestarse desde la pandemia contra el deterioro de la sanidad, la falta de recursos y la privatización. Un incansable movimiento de lucha por las pensiones -con participación desde la MERP por el blindaje constitucional a las organizaciones y coordinadoras de pensionistas, que han intensificado sus movilizaciones frente a las amenazas para recortarlas y privatizarlas.
Un movimiento genuinamente democrático
Un movimiento genuinamente “espontáneo” y democrático que enlaza con las tradiciones de lucha de nuestro pueblo, con un fuerte sentido colectivo de solidaridad y combatividad. Un movimiento sin un “único centro rector”, con una pluralidad de movilizaciones, organizaciones, colectivos ciudadanos y fuerzas políticas de progreso y revolucionarias -que proponen distintas alternativas- y mostrando una de sus principales fortalezas para transformar la indignación popular en diversas movilizaciones y acciones de lucha.
Eduardo Madroñal Pedraza